viernes, 25 de octubre de 2013

Calles o vertederos


Seguramente alguien se ha fijado en el estado de limpieza que tienen nuestras calles y ha percibido lo sucias que están. Todos conocemos gente que lo achaca a los insuficientes medios humanos y materiales que disponen los ayuntamientos para estos trabajos y otros ni se dan cuenta salvo que les afecte a su vehículo, zapato, entrada a casa, etc. Pero los más -al menos eso quiero creer- sabemos que es por desidia y falta de conciencia urbana.

En esta sociedad consumista, o consumidora (matizo para no generar malas interpretaciones), los residuos son el último eslabón de la cadena “agradable” y, voilà, al suelo van si no lo pensamos. Colillas, tickets, envoltorios, bolsas, cartones, folletos, envases, chicles pegados en la acera, restos de comida y bebida, preservativos... ¿sigo? Me extrañaría si no me falta alguno.
En un grupo aparte, y muy actual, quiero incluir los orines y excrementos de los perros. Sí, los mismos; porque los "canes urbanitas" son una moda consumista, o consumidora. Hace tiempo la gente que tenía perro era quien disponía de -por este orden- finca, parcela en el campo, corral, patio y piso; hoy en día ese orden lógico está más bien invertido y las consecuencias son visibles.

Ejecutada la acción, ésta se puede completar en otro momento con frases conocidas tales como "¡qué sucia está la calle!", “tenemos pocos barrenderos” o “si es que no hay papeleras”. A partir de aquí se echa la culpa al político responsable de la limpieza urbana y entramos a casa sin más. El grado de hipocresía entonces es alto. Luego está el caso flagrante de quien se define como ecologista y actúa de este modo, entonces… apaga y vámonos. En el fondo, los dueños de perros que no recogen los excrementos o que no enseñan u obligan al animal a orinar en un sitio apartado del tránsito peatonal son de este tipo ya que no piensan, por ejemplo, en el niño que va por la calle con su madre y toca una farola, una pared o una rueda previamente orinadas. Para qué hablar cuando se pisa un excremento o de los olores.

¿Cinismo? Nuestras casas están impolutas y nuestras calles son auténticos vertederos. Hablamos de las maravillas que tiene nuestra localidad mirando hacia arriba o de puertas para adentro y no miramos hacia abajo. Podemos arrojar residuos de mil tipos en la calle y quejarnos de los servicios de limpieza, y podemos justificar la lejanía de las papeleras para no caminar, pero no podemos darnos cuenta de nuestra falta de civismo (con v), lo cual lleva al cinismo (con n). Si una persona orina en la calle recibe escarnio, multa económica y rechazo social -es decir, lo obvio-, pero cuando permitimos que lo haga un perro… no pasa nada, incluso está bien y no es antihigiénico.
Es posible que esté confundido y que lo lógico sea humanizar a los animales y que los humanos nos animalicemos. Eso es.

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